martes, 14 de noviembre de 2017

Conchita vive en el recuerdo

    
















En memoria

Conchita no se va sino se queda
entre las hojas pálidas del tiempo.
Como una mariposa detenida,
como una flor prensada en un cuaderno.

Queda en perfume de los almanaques,
en luz de estelas de fotografías,
en alma de lugares y de cosas.

No se va, no. Nosotros nos marchamos,
vida adelante, paso a paso, casi
sin quererlo, contando nuestras horas,
desgranando el rosario de los días,
que tensan el cordel de la memoria.
Ella se queda mientras caminamos,
prendido del sedal de los recuerdos
el pez del corazón, bien enganchado.

Conchita, hermana, amor, yo te recuerdo …
Yo te recuerdo … cuando humedecías,
rotos por la emoción, tus ojos tiernos.
Te los tuvieron que curar ¿te acuerdas?
y por curarlos te escribí estos versos:

¿Como podrá sin él vestir la Noche
el ruedo recamado de su Manto
a falta de su más preciada Gema?”

“Oye, Conchita, su gentil reproche
y devuelve a la Luz todo su encanto
y a la Nocturna Reina su diadema”. 

No queda Luz ni Noche ni Diadema,
ni Dulzura ni Encanto ni Corona:
solo nos queda el llanto sin tus ojos …
y el sedal del recuerdo anclado en las entrañas.


Madrid, lunes, 23 de octubre de 2017