Afinidades métricas
entre cuartetos de pie quebrado:
La estrofa sáfica
de Villegas y la estrofa de Francisco de la Torre
1.
Isosilabismo en la poesía
española. Isometría y plurimetría.
El isosilabismo, la regularidad
en el número de sílabas métricas de los versos en un poema, se inicia en la
poesía en castellano a mediados del siglo XIII, en el Libro de Alexandre; a partir de entonces se va consolidando
paulatinamente su implantación, sobre todo en los versos largos. Pero es sobre
todo en el siglo XV con el Marqués de Santillana y sus cuarenta y dos sonetos fechos al itálico modo, y poco más tarde
con la poesía italianizante de Boscán y Garcilaso de la Vega cuando el
isosilabismo se asienta definitivamente en la métrica castellana, en
coexistencia con una proporción minoritaria de poesía anisosilábica, más o
menos reglada, e incluso con una poesía amétrica [ ver Rudolf Baehr, Manual de versificación española, pags.
54-57].
En el contexto del isosilabismo
la métrica de los versos se repite de manera regular a lo largo de la
composición; en posiciones concretas que se suceden de manera periódica cabe
esperar una determinada medida de los versos. En la mayoría de las
composiciones esa regularidad se traduce en la igualdad métrica de todos los
versos: eso se denomina isometría;
en otros casos menos frecuentes los versos son de varias medidas, generalmente
dos: eso se llama plurimetría.
2.
Plurimetría. Versos o pies
quebrados.
En las composiciones
plurimétricas se manejan versos largos
en combinación con otros más cortos, que, en ese contexto, se llaman versos de pie quebrado o versos quebrados o simplemente quebrados.
Los versos de pie quebrado son versos cortos, de siete sílabas o menos,
que carecen de autonomía y que funcionan de manera subordinada de otros más
largos, respecto de los que vienen a ser semejantes a hemistiquios [José
Domínguez Caparrós Diccionario de métrica
española]. Por esta razón conviene que el quebrado se acomode al ritmo del primer hemistiquio del largo al
que se subordina, es decir, que lleve sus acentos rítmicos dispuestos de manera
semejante al del largo más próximo. Ejemplo:
Del céfiro en las alas conducida,
por la radiante esfera
baja, de rosas mil la
sien ceñida,
la alegre primavera.
(Meléndez Valdés, Oda
II)
En rojo las sílabas tónicas principales (6ª) del primer
hemistiquio en los endecasílabos primero y tercero y en los heptasílabos
subordinados que actúan como quebrados en la composición; subrayados los
hemistiquios de referencia y los heptasílabos que actúan de quebrados, todos de
siete sílabas e igual acentuados.
En la
poesía en castellano existe un repertorio de parejas de verso más largo – pie quebrado que han demostrado
su adecuación para la polimetría. Enuncio algunas de las más conocidas:
Heptasílabo – pentasílabo en las seguidillas y haikúes.
Octosílabo – trisílabo en los
ovillejos.
Octosílabo – tetrasílabo en
las coplas de pie quebrado, cuartetas o sextillas.
Endecasílabo – pentasílabo en la
estrofa sáfica de Villegas.
Endecasílabo – heptasílabo en un
amplio repertorio de estrofas o canciones aliradas, de que nos ocuparemos con
más amplitud en lo que sigue.
Alejandrino – heptasílabo
Hexadecasílabo - octosílabo
Hay
quien extiende el concepto de estrofa alirada a toda estrofa polimétrica cuyo
verso mayor sea endecasílabo, cualquiera que fuera la medida del
correspondiente quebrado, lo cual da entrada en el grupo a la estrofa sáfica de
Villegas.
3.
Canciones
aliradas: estrofas y composiciones extensas.
Como
queda dicho, llamamos en un sentido amplio canción
o estrofa alirada a toda composición o estrofa polimétrica cuyo verso mayor
sea endecasílabo. El pie quebrado será en la mayoría de los casos un
heptasílabo, y con mucho menor frecuencia un pentasílabo.
De la
razón de la afortunada armonía rítmica entre endecasílabos y heptasílabos (o
pentasílabos) se ha hablado en lo que antecede, pero, en lo referente tan solo
al heptasílabo remito al lector a mi artículo en https://ciposfred.blogspot.com/2012/08/una-posible-explicacion-de-la-armoniosa.html
.
A
partir de Garcilaso de la Vega (1499 (?)-1536) y de su famosa lira:
Si
de mi baja lira
tanto pudiese el son, que en un momento
aplacase la ira
del animoso viento,
y la furia del mar y el movimiento;
tanto pudiese el son, que en un momento
aplacase la ira
del animoso viento,
y la furia del mar y el movimiento;
las
composiciones aliradas atraviesan la
poesía española en una larga retahila que llega hasta nuestros días. Tratan con
sus pies quebrados de dar aire, gracia y ligereza a la monotonía de los versos
isométricos, y frecuentemente lo consiguen. Son, muy resumidamente, según el
número de versos:
Con tres versos: gran parte de los estrambotes de los sonetos.
Con cuatro versos: los cuartetos-lira de diversos tipos, de dos
de los cuales nos ocuparemos en detalle.
Con cinco versos: principalmente
la lira garcilasiana, como la arriba reseñada.
Con seis versos: la sextina-lira.
En composiciones más extensas: la
estancia de la canción petrarquista y la silva.
4.
Los
cuartetos-lira. Dos casos singulares: la estrofa sáfica de Villegas y la estrofa
de Francisco de la Torre.
El cuarteto-lira es una “combinación
estrófica de cuatro versos, endecasílabos y heptasílabos [o, añado yo, excepcionalmente,
endecasílabos y pentasílabos] en proporción variable, que riman, normalmente en
consonante, el primero con el tercero y el segundo con el cuarto; o el primero
con el cuarto y el segundo con el tercero. Puede encontrarse también con rima
asonante o con algún verso suelto” [José Domínguez Caparrós – Diccionario de métrica española].
En
respuesta a una definición tan flexible podemos encontrar sin duda una gran
variedad de estrofas que puedan denominarse propiamente como cuartetos-lira. Yo
pretendo ocuparme en este estudio de los dos ya anunciados.
4.1. La estrofa sáfica de Villegas.
Fue
ideada por el poeta del siglo de oro Esteban Manuel Villegas (1589-1669). Es el
único cuarteto-lira que tiene por quebrado un pentasílabo, en lugar del
temático heptasílabo de las composiciones aliradas. Consta de tres
endecasílabos “a minori” sáficos, con acentos rítmicos en 4ª, 8ª y 10ª sílabas,
y, eventualmente, también en 1ª, seguidos de un pentasílabo de ritmo dactílico,
con acentos en 1ª y 4ª sílabas. De esta manera se consigue que el pentasílabo
tenga el mismo ritmo sáfico de los endecasílabos que lo preceden. En su origen
esta estrofa fue concebida sin rima, aunque seguidores posteriores se la
pusieron en algunos casos. El ejemplo antológico de Villegas es el que sigue:
Dulce
vecino de la verde selva,
huésped
eterno del abril florido,
vital
aliento de la madre Venus,
céfiro
blando.
(De Las Latinas, libro 4º de la 2ª parte de las Eróticas)
El análisis métrico de esta
estrofa nos da el siguiente resultado.
1 Dul-ce-ve-ci-no-de-la-ver-de-sel-va, -> Acentos principales en
1ª, 4ª, 8ª y 10ª, endecasílabo sáfico puro
o sáfico en la estrofa sáfica (Baehr).
2 hués-ped-e-ter-no-del-a-bril-flo-ri-do, -> Estructura rítmica
idéntica a la anterior.
3 vi-tal-a-lien-to-de-la-ma-dre-Ve-nus, -> Acentos principales en 4ª, 8ª y 10ª,
acento extrarítmico en la 2ª, endecasílabo sáfico.
4 cé-fi-ro-blan-do. -> Acentos en 1ª y 4ª,
estructura rítmica idéntica (1º y 2º) o
compatible (3º) con el primer hemistiquio de los endecasílabos que anteceden.
El
efecto es de una hermosa suavidad rítmica consecuencia de la especial
acentuación de los sáficos, y el gracioso quiebro del pentasílabo dactílico.
4.2. La estrofa de Francisco de la Torre.
El
bachiller Francisco de la Torre, llamado así por Francisco de Quevedo, que
difundió su obra ya en siglo siguiente, fue sin embargo un poeta poco conocido
de la segunda mitad del siglo XVI. Ideó y usó esta estrofa por primera vez en
España con la intención, según Rudolf Baehr, de imitar las odas clásicas de
Horacio vertiéndolas a la lengua vulgar,
pero apartándose bastante de aquel esquema, que usaba el pentasílabo (adónico)
en lugar del heptasílabo en que quiebra su estrofa.
Esta
es una “estrofa compuesta de tres endecasílabos seguidos de un heptasílabo, y
sin rima entre sí. … Hay quien admite la rima consonante alterna, e incluso la
rima asonante alterna”. [José Domínguez Caparrós Diccionario de métrica española].
Es,
por su métrica, una variante del cuarteto-lira, que algunos consideran
emparentada con la estrofa sáfica que hemos visto. Pero respecto de aquella, la
única semejanza que veo es la de estar formada por tres endecasílabos seguidos
de quebrado – en la sáfica, pentasílabo -. En lo demás, en lo referente al
ritmo, yo veo diferencias sustanciales entre ambas, ya que, la sáfica, al
quebrar en pentasílabo, pide ir precedida por endecasílabos “a minori” o
sáficos, mientras que la de De La Torre, que quiebra en heptasílabos, con
acento principal en 6ª sílaba, se acomodan mejor con endecasílabos “a maiori”
con acento rítmico central asimismo en 6ª sílaba.
Ejemplo:
Tirsis, ah, Tirsis, vuelve y endereza
tu navecilla contrastada y frágil
a la seguridad del puerto; mira
que se te cierra el cielo.
(Francisco de la Torre, Poesías)
En rojo las sílabas tónicas principales (6ª) del primer
hemistiquio en el endecasílabo tercero y en el heptasílabo subordinado, que
actúa como quebrados en la composición; subrayados el hemistiquio de
referencia y el heptasílabo que actúan de quebrados, ambos de siete sílabas e
igual acentuados.
La
estrofa fue ampliamente imitada, si bien con variaciones en la rima, en
principio inexistente. La usaron tanto
en el Neoclasicismo (XVIII) como en el Romanticismo (XIX) y en el Modernismo
(XIX-XX). La nómina de usuarios, dentro de la poesía magistral es amplia:
Meléndez
Valdés (1754-1817) la usa sin rima.
Leandro
Fernández de Moratín (1760-1828) asimismo sin rima.
Manuel
de Cabanyes (1808-1833) con quien alcanza su cima.
Duque
de Rivas (1791-1865) también la usa profusamente.
Con
rima consonante bien cruzada ABAb bien abrazada ABBa la usan:
Conde
de Noroña (1760-1815).
Alberto
Lista (1775-1848).
José
Zorrilla (1817-1893).
Gertrudis
Gómez de Avellaneda, cubana (1814-1873).
En
forma asonante romanceada la usan:
Gustavo
Adolfo Becquer (1836-1870) como veremos con mayor detalle.
Manuel
de Zequeira (1760-1846).
Luego,
en el Modernismo,
José
Martí, cubano, (1853-1895).
Miguel
de Unamuno (1864-1936).
Gabriela
Mistral, chilena, (1889-1957), con rima consonante.
Finalmente,
en retorno a la forma blanca original, pasado el Modernismo, tenemos a
Ignacio
Agustí (1913-1974).
Todo
esto según la reseña histórica de la práctica magistral de esta estrofa que
consigna Rudolf Baehr en su Manual de
versificación española.
4.2.1. Análisis de un ejemplo magistral:
Bécquer, Volverán las oscuras golondrinas .
Gustavo
Adolfo Bécquer tenía una especial predilección por la estrofa de Francisco de
la Torre. Tan solo en el reducido repertorio de rimas del poeta que se incluyen
en la excelente antología de José Bergúa Las
mil mejores poesías de la lengua castellana, doce páginas, he contado
catorce estrofas de ese tipo, en rimas como Poesía
eres tú, Del salón en el ángulo
oscuro o Volverán las oscuras
golondrinas, y me consta la existencia de otras fuera de ese corto
repertorio, como, por ejemplo, Podrá
nublarse el sol eternamente.
En
todos los casos que recuerdo de estas estrofas Bécquer emplea una rima asonante
en los versos pares, a la manera de los romances, y en gran parte de ellas los
versos rimados son, además de terminación aguda, con lo cual la rima queda
apoyada en una única vocal, rima algo pobre para la excelente calidad métrica,
retórica y poética en general. Pero así era el Romanticismo: una tormenta de
inspiración junto a una cierta decadencia en el rigor formal.
Como
colofón a este modesto estudio de la estrofa de De La Torre voy a analizar el
detalle formal y sobre todo métrico de
la emblemática Rima Volverán las oscuras
golondrinas.
Volverán
las oscuras golondrinas
en
tu balcón sus nidos a colgar,
y
otra vez con el ala a sus cristales
jugando
llamarán.
Pero
aquellas que el vuelo refrenaban
tu
hermosura y mi dicha al contemplar,
aquellas
que aprendieron nuestros nombres...,
ésas...
¡no volverán!
Volverán
las tupidas madreselvas
de
tu jardín las tapias a escalar,
y
otra vez a la tarde, aún más hermosas,
sus
flores se abrirán.
Pero
aquellas cuajadas de rocío,
cuyas
gotas mirábamos temblar
y
caer como lágrimas del día...
ésas...
¡no volverán!
Volverán
del amor en tus oídos
las
palabras ardientes a sonar;
tu
corazón de su profundo sueño
tal
vez despertará.
Pero
mudo y absorto y de rodillas,
como
se adora a Dios ante su altar,
como
yo te he querido..., desengáñate,
¡así
no te querrán!
Son
seis estrofas, y las seis son estrofas de Francisco de la Torre, tres
endecasílabos seguidos de un heptasílabo como quebrado. Las seis estrofas se
organizan en tres grupos de dos: el primero habla de las golondrinas, el
segundo, de las madreselvas y, finalmente, el tercero, de la forma en que se
producirá o se produjo el amor.
De las
dos estrofas de cada grupo la primera habla de la repetición futura de un
aspecto del entorno amoroso, es enunciativa y se inicia sistemáticamente con la
palabra Volverán; la segunda trata de la imposibilidad de retorno
del fulgor del prístino amor, pese a la hipotética vuelta al mismo entorno, es
adversativa, y se inicia sistemáticamente con la conjunción pero.
Aparte
de este esquema retórico, la métrica del poema es como sigue, separadas por
guiones las sílabas métricas, en negritas y en rojo las tónicas principales, en negritas las secundarias o
extrarrítmicas y entre paréntesis () las sinalefas:
1 Vol-ve-rán-las-os-cu-ras-go-lon-dri-nas -> Endecasílabo “a maiori” de tipo A3,
melódico, con acentos rítmicos en 3ª, 6ª y 10ª.
2 en-tu-bal-cón-sus-ni-dos-a-col-gar, -> End. “a minori” de tipo B2, sáfico a la
francesa, con acentos rítmicos en 4ª, 6ª y 10ª. Agudo.
3 (y o)-tra-vez-con-el-a-(la a)-sus-cris-ta-les -> Como el 1º, acs.
r. en 3ª, 6ª y 10ª, melódico.
4 ju-gan-do-lla-ma-rán. -> Heptasílabo trocaico incompleto 26,
acs. r. en 2ª y 6ª. Agudo.
5 Pe-(ro a)-que-llas-(que el)-vue-lo-re-fre-na-ban -> Como el 1º, acs.
r. en 3ª, 6ª y 10ª, melódico.
6 (tu her)-mo-su-(ra y)-mi-di-(cha al)-con-tem-plar, -> Como el 1º, acs. r. en 3ª, 6ª y 10ª, melódico. Agudo.
7 a-que-llas-(que a)-pren-die-ron-nues-tros-nom-bres..., -> End. “a maiori” de tipo A2,
acs. r. en 2ª, 6ª y 10ª, heroico
8 é-sas...-¡no-vol-ve-rán! ->Hept. mixto de tipo B
incompleto, acs. r. en 1ª y 6ª. Agudo.
9 Vol-ve-rán-las-tu-pi-das-ma-dre-sel-vas-> Como el 1º, acs. r. en 3ª, 6ª y 10ª, melódico.
10 de-tu-jar-dín-las-ta-pias-(a es)-ca-lar, -> Como el 2º, sáfico a la
francesa, con acentos rítmicos en 4ª, 6ª y 10ª. Agudo.
11 (y o)-tra-vez-a-la-tar-(de,
aún)-más-her-mo-sas, -> Como el 1º, acs. r. en 3ª, 6ª y 10ª, melódico. Efecto
antirrítmico de la 7ª sobre la 6ª.
12 sus-flo-res-(se a)-bri-rán.
-> Como el 4º, trocaico incompleto 26, acs. r. en 2ª y 6ª. Agudo.
13 Pe-(ro a)-que-llas-cua-ja-das-de-ro-cí-o, ->
Como el 1º, acs. r. en 3ª, 6ª y
10ª, melódico.
14 cu-yas-go-tas-mi-rá-ba-mos-tem-blar ->
Como el 1º, acs. r. en 3ª, 6ª y
10ª, melódico. Agudo.
15 y-ca-er-co-mo-lá-gri-mas-del-dí-a... -> Como el 1º, acs. r. en 3ª, 6ª y 10ª, melódico.
16 é-sas...-¡no-vol-ve-rán! -> Idéntico al 8º. Hept.
mixto de tipo B incompleto, acs. r. en 1ª y 6ª. Agudo.
17 Vol-ve-rán-del-a-mor-en-tus-o-í-dos -> Como el 1º, acs. r. en 3ª, 6ª y 10ª, melódico.
18 las-pa-la-bras-ar-dien-tes-a-so-nar; -> Como el 1º, acs. r. en 3ª, 6ª y 10ª, melódico. Agudo.
19 tu-co-ra-zón-de-su-pro-fun-do-sue-ño -> End. “a minori” de tipo B2, con
acentos rítmicos en 4ª, 8ª y 10ª, sáfico prácticamente puro; solo le falta el
acento rítmico en 1ª sílaba.
20 tal-vez-des-per-ta-rá. -> Como el 4º, trocaico
incompleto 26, acs. r. en 2ª y 6ª. Agudo.
21 Pe-ro-mu-do-(y ab)-sor-(to y)-de-ro-di-llas, -> Como el 1º, acs.
r. en 3ª, 6ª y 10ª, melódico.
22 co-mo-(se a)-do-(ra a)-Dios-an-te-(su al)-tar, -> Como el 2º, sáfico a la
francesa, con acentos rítmicos en 4ª, 6ª y 10ª. Agudo.
23 co-mo-yo-(te he)-que-ri-do...,-de-sen-gá-ña-te,
-> Como el 1º, acs. r. en 3ª, 6ª y
10ª, melódico. Esdrújulo.
24 ¡a-sí-no-te-que-rrán! -> Como el 4º, trocaico incompleto 26,
acs. r. en 2ª y 6ª. Agudo.
Como
resumen del análisis métrico que antecede cabe fijar las siguientes
observaciones:
1.
De los dieciocho endecasílabos, diecisiete, con la
excepción del decimoquinto (verso 19), llevan acento principal en la 6ª sílaba,
lo que permite una perfecta concordancia rítmica con los heptasílabos, que
acentúan asimismo, por ser la penúltima,
su sexta sílaba.
2.
De esos mismos dieciocho endecasílabos, una mayoría
de trece son “a maiori”, es decir, no llevan acento en la 4ª sílaba; de ellos,
doce son de tipo A3 o melódicos, con acento rítmico en 3ª sílaba y uno de tipo
A2 o heroico, con acento en 2ª; los tres restantes son “a minori”, sáficos, con
acentos en 4ª y 6ª. El ritmo pues de los endecasílabos de este poema es muy
predominantemente “a maiori” y melódico, con ese minoritario contrapunto de los
sáficos que de algún modo suavizan la composición.
3.
Los seis heptasílabos, como es obligado, acentúan
todos su sexta sílaba, y luego, según casos, la segunda o la primera. Resultan
así cuatro de ritmo trocaico incompleto 2-6 y dos de tipo mixto, de tipo B
incompleto. Los seis, según diseño de la composición, tienen terminación aguda.
4.
De los dieciocho endecasílabos, seis, los segundos
de cada estrofa, llevan terminación aguda, por concordar y rimar con los seis
heptasílabos; de los doce restantes, once llevan terminación llana y uno (verso
23), esdrújula, con el consiguiente decremento de una sílaba en la cuenta del verso.
5.
La rima es, para toda la composición, asonante de
los versos de orden par. Rimarán en cada estrofa el segundo endecasílabo con el
heptasílabo. Como la construcción adoptada por Becquer previene terminación
aguda para estos versos, la rima queda reducida a una sola vocal, la vocal á en los doce versos rimados de la
composición. Por sistema en todas las estrofas la terminación del segundo verso
es en –ar, y corresponde casi
siempre al final del infinitivo de un verbo: colgar, contemplar, escalar, temblar, sonar, excepto en la
última, altar, que es sustantivo; la
del heptasílabo se corresponde con una forma de futuro verbal, generalmente en
tercera persona plural: llamarán,
volverán (dos veces), abrirán, mientras que en la final, referente
a la amada, pasa a la segunda: despertará
y querrán. Un esquema de rima muy
pobre, como ya dije, aunque suficiente.
5. Conclusiones.
Y es
cuanto me cumple decir de estas dos interesantes estrofas, tan usadas,
especialmente la segunda en cuatrocientos años de lírica castellana, y de la
fecunda floración de los cuartetos-lira y de las estrofas y composiciones
aliradas en general.
6. Bibliografía consultada.
Baehr, Rudolf – Manual de versificación española. 1ª
edición Ed. Gredos 1970.
Bergua, José – Las mil mejores poesías de la lengua
castellana. Trigésima edición, 1991. Clásicos Bergua, Ediciones Ibéricas.
Domínguez Caparrós, José – Diccionario de métrica española, 2ª
edición, 1ª reimpresión, 2004. Alianza editorial.
Domínguez Caparrós, José – Métrica española, 2ª edición revisada,
1ª reimpresión, 2006. Editorial Síntesis.
Quilis, Antonio – Métrica española, 1ª edición corregida y
aumentada, 18ª reimpresión, 2007. Editorial Ariel.
Madrid, lunes, 12 de noviembre de 2018
Francisco Redondo
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