Habiéndome
abordado de improviso,
dije a
la Muerte, que me requería:
- Tengo
mucho que hacer. Aún no es mi día.
Pero la
Muerte hizo caso omiso
de mis
razones y, sin mi permiso,
me unció
en reata tras su errante guía
con
otros cuantos que Ella recogía
de aquí
y de allá, al azar, sin previo aviso.
Y así,
arrastrado con las hojas yertas
en
lúgubre compaña de difuntos
por el
oro triunfal de la otoñada
me vi,
una más entre personas muertas,
lejos
del trajinar de mis asuntos,
en funeral
ballet frente a la Nada.
Madrid, martes, 13 de noviembre
de 2012
5 comentarios:
Bravo Francisco, bravo
Bravo Francisco, en tus trabajos reconozco la poesía.
Gracias, Enrique. Poca, como ves. Estoy pasando un largo bache, pero gracias por tu aliento, amigo.
Un abrazo,
Don Francisco, espero que el bajón del que habla, no tenga relación alguna con el soneto, la muerte es un bello argumento literario, pero aunque sabemos de ella, siempre sorprende, ala pues, escribamos y a otra cosa mariposa, con su permiso
¿Y dice que le aborda de improviso
la siempre inoportuna calavera?
entiéndalo mejor de esta manera,
que ya cuando nació, le dio un aviso,
pues todo aquel que nace tiene viso
de llenar con sus huesos la huesera,
mas es la muerte mala compañera
y está en buena razón, si está remiso.
Mal la entendiera si corta la guadaña
alguna vida donde el verso nace,
¿no sería mejor que cercenara
alguna mente ilustre de esta España
que tan plácidamente duerme y pace
de modo que esta raza se menguara?
De nuevo gracias, Enrique. No has perdido ni un ápice del buen hacer de sonetista ni de tu salero, pero (de momento) como decía el gran Federico "pero yo ya no soy yo ni mi casa es ya micasa". Gracias por tu excelente soneto y por los ánimos. A ver si retoña la inspiración. De momento esta mañana, a requerimiento de mi nieto Román, hemos hecho al alimón unos pareaditos que él necesitaba para el colegio. Un abrazo,
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