La súbita desgracia
viene precedida
de una cadena
casi impalpable
de presagios,
que nadie ve
mas que cuando ya es demasiado tarde.
Porque la vida común
no es más que una sucesión
de equilibrios inestables
separados por dolorosas crisis.
La locura consiste
en considerar normal cada equilibrio
e ignorar u olvidar o hacer de menos a las crisis.
En olvidar los fracasos y los muertos
y quedarse en cada remanso,
como si fuera a ser eterno
... y eternamente favorable.
Y, luego, en lamentarse si no lo es.
Dará igual. El rodillo
del tiempo allanará las risas
y los llantos y enterrará los muertos.
Y los sobrevivientes volverán
a soñar con una dicha estable:
una locura, en efecto…
… que permite seguir
como si el día a día
tuviera algún sentido …
UNA LOCURA.
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