viernes, 14 de enero de 2011

Obsolescencia programada

Espinelas encadenadas[i]



[i] Llamo así a una sucesión de espinelas en las que cada primer verso hereda la rima del último verso de la espinela anterior.

Si denominamos secuencia de rima a cada conjunto de versos de una composición que tienen la misma rima, y ocurrencia de rima a cada verso perteneciente a una misma secuencia de rima encontramos que la secuencia de rima consonante más simple es la formada por 2 ocurrencias tan solo, como es el caso del pareado o el terceto o cuarteto o serventesio simple. El siguiente paso en dificultad corresponde a 3 ocurrencias de rima, como sucede en los tercetos encadenados, los quintetos o quintillas, o en las octavas reales. Tienen 4 ocurrencias de rima los cuartetos de un soneto o sonetillo. Mayor dificultad aún se da en los quintetos o quintillas encadenados, que necesitan secuencias de rima de 5 ocurrencias. Pues bien, en las espinelas encadenadas que presento aquí, la dificultad es incluso mayor puesto que se hacen precisas hasta 6 ocurrencias en algunas secuencias de rima, como es el caso de las secuencias enlazadas a caballo de dos espinelas contiguas (secuencias c y f en el esquema que sigue):

abbaaccddc ceeccffggf fhhffiijji …



Hay un chip en mi impresora

que la finge averiada,

y el cierre con la colada

me falló en la lavadora.

También se agotó, traidora,

del iPod la batería,

que a tan sabia mercancía

la fabrican a conciencia:

programan su obsolescencia[i]

al fin de la garantía.


Bien mirado, es tontería

querer los chismes eternos,

y que duren cien inviernos

sin una sola avería.

Qué aburrimiento sería

verlos durar y durar,

trabajar y trabajar

y hacer mil veces lo mismo

- ¡oh Dios, qué fiel mecanismo! –

sin poderlos reemplazar.


Pero la vida es variar:

la vida es evolución,

mutación tras mutación,

desde el pulpo o calamar

o el bobo pez de la mar

hasta el ser inteligente

[ese que engaña a la gente

con embelecos trucados,

con los días limitados

al disfrute más urgente].


¡Oh, qué modesto y prudente!

¡Cuán contenido en sus obras!:

Darnos “tente mientras cobras”

aquel que pudo igualmente

dar perfección permanente.

Y así, con su previsión

de fallo o de imperfección

hacen que gire la rueda

de novedad y moneda

a cada generación.


Así estimula su acción

la sociedad de consumo,

que nos vende solo humo,

nos engancha en la adicción

de vana satisfacción,

que solo nos dura un día

y luego nos contraría

con el percance frustrante

de perder en un instante

lo que largo prometía.


¡Necio! ¿Quién te mandaría

fiar de los mercaderes,

para los cuales no eres

más que trucha de agua fría?

Esa trucha que seguía

la estela de su señuelo

hasta tragarse el anzuelo,

pues otra cosa no halla

- la electrónica quincalla -

quien comulga ese camelo.


Y aunque quejarme no suelo,

hoy me encuentran pesaroso

de tanto haber hecho el oso

o que me tomen el pelo,

y así al fabricante apelo:

- Si la intención que explicita

es llevárseme la guita,

llévesela y no haga el listo,

que su truco está más visto

que el timo de la estampita.



[i] TVE, en uno de sus últimos espacios de Informe Semanal, divulgó un amplio análisis acerca de la OBSOLESCENCIA PROGRAMADA. El diario Público también incluyó un resumen del mismo tema. Según allí se explicaba, esta fraudulenta práctica, que se practicó por acuerdo de las cúpulas financieras e industriales del mundo occidental, no así en los países de “socialismo real”, se empezó a poner en práctica a principios del siglo XX en relación con la bombilla eléctrica. La bombilla de incandescencia, invento del norteamericano Edison, fue mejorando su efectividad y rendimiento como fruto de la investigación constante para mejorarla de manera que en la fecha antes citada la vida media de una bombilla llegó a situarse en las 2500 horas de uso. En ese momento los grandes industriales y financieros consideraron que tal duración “era un error”, por cuanto retrasaba la renovación de bombillas y lastraba innecesariamente las ventas. En consecuencia dieron orden a sus técnicos y científicos para que investigaran la manera de reducir la vida media de las bombillas, para lo cual establecieron un tope fijo de 1000 horas de uso. Y los científicos tuvieron que ponerse a la tarea de empeorar el producto hasta reducir su vida media en un 60% de lo conseguido, hasta dejarla en un 40%. Es decir, repito este increíble e injustificable proceder, la Ciencia occidental por orden del Capital ¡tuvo que estrujarse la mollera para empeorar en un 60% la calidad previamente conseguida!

Y este programa sigue hoy como un invariante de nuestra civilización, o incluso se ha agravado, y ha llegado a niveles de cinismo en esta civilización de comprar, usar (poco) y tirar que la mayoría de las impresoras de ordenador destinadas al gran público incorporan un chip especial cuya única misión es ir contando las hojas impresas y al cabo de un tope secreto fijado unilateralmente por el fabricante declararse artificialmente averiada y fuera de uso. Cualquiera que, como yo, haya tenido una CANON PIXMA IP1500 habrá podido comprobarlo. Los reportajes tanto de RTVE como de PÚBLICO incluían foto a todo color de la placa de una impresora en que se destacaba el CHIP DE OBSOLESCENCIA. ¡¡¡Divino!!! Nos engañan como a chivos. ¡Cada vez que pienso en esos ingenieros y científicos obligados a ganarse el pan no mejorando sino empeorando los productos! …

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