Hoy no quiero buscar la consonante;
hoy en verdad no quiero buscar nada,
librar el discurrir del pensamiento
y que brote a su aire la palabra
sin artificio ni arte ni medida,
sin elegirla y casi sin buscarla,
como fuente imprevista en el camino,
como un milagro del rumor del agua
que fluye sin cesar sobre la piedra
y poco a poco su dureza ablanda.
Hoy quiero que me encuentre la hermosura
de la lengua en sintagmas desplegada,
que se agrupa en sentencias elocuentes,
y en la retórica mágica se alza
- tropos de toda índole y belleza -:
sinestesia e hipérbole y metáfora,
metonimia, sinécdoque o hipálage,
que ornan sin tregua el manantial del habla.
Quiero el verbo florido del rapsoda,
el sentimiento que al actor desmanda,
el tono exacto que al vibrar persuade
si trenza el orador su perorata,
quiero la voz de trueno del profeta,
del trovador, la lira apasionada,
y, de la sutileza del poeta,
de amor, el filtro, de la flor, el alma.
No quiero, no, buscar la consonante;
hoy en verdad no quiero buscar nada.
sábado, 29 de enero de 2011
No quiero hoy buscar la consonante
Etiquetas:
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6 comentarios:
No has buscado nada, y lo has encontrado todo. Eres un maestro , tanto en lo clásico , como en lo libre y es un verdadero placer y un gran aprendizaje volver a leerte.
Un fuerte abrazo.
Precioso poema en asonante. Siempre me asombras, Francisco.
Un abrazo.
Ahí le ha dado Don Francisco, a veces me parece que la ortodoxia es antipoética, a veces.
Un cordial saludo.
Creo que no le entiendo bien, don Enrique, y temo haberme explicado mal.
Nunca he defendido la ortodoxia por la ortodoxia, pero sí la buena versificación frente a la chapucería de quien o no sabe o no se esfuerza en hacer las cosas bien. Y aquí, mal que bien, aunque no haya querido buscar la consonante, van unas buenas docenas de endecasílabos rimados en asonante los pares que componen un romance de los llamados heroicos, por ser de arte mayor. Pero rimado o no, medido o libre sigo defendiendo el verso de calidad en lo formal, que, para mí, nunca será antipoético si es que se puede saber qué cosa sea esa.
Un saludo cordial,
Francisco, tengo que decirte un par de cosas, aun a riesgo de alguna airada respuesta, lo primero es rogarte que consideres la primera y según mi humilde opinión, principal cosa y es que me llego a su feudo porque me gusta su poesía, a mí me gusta la poesía de casi todas las maneras en la que esté escrita, y creo que cada cual hace un reflejo de si mismo en lo que escribe, en tu caso y según compruebo, te conduces de forma severa y aplicas esa severidad a lo que te rodea, ese nivel de exigencia, así que aun abierto a que mi análisis esté condicionado por mi propia experiencia, manifiesto que nunca me diste respuesta exenta de cierto reproche, por eso me tomo la licencia de éste que te estoy haciendo. Quizá te suceda como a los grandes hombres de nuestra letras, Pío Baroja o Miguel de Unamuno, cuyo carácter estaba definitivamente condicionado por estar rodeados de ignorancia y mediocridad, yo a falta de otra cosa, asumo mis limitaciones y sé que me encuentro entre los que no pueden o no quieren hacerlo mejor, de hecho si alguna vez entendiste que te retaba, caso del intercambio de sonetos, ( te recuerdo la expresión que utilizaste para encuadrar mi actitud, “a ver quién es el que la tiene más larga”) sepas que soy conciente que si hubo tal reto, en él llevaba implícita mi derrota.
Es más probable que haya entendido mal que, que te hayas explicado mal, estoy convencido y en cuanto a lo que quise decir es sencillo, hacía un paralelismo entre la rigidez del verso sujeto a las normas y la rigidez en la forma de concebir el mundo, y aprobaba una pequeña licencia subversiva aun a sabiendas de que no era el caso del poema que aquí nos trajo.
Y finalmente respecto del término “antipoético” la verdad no sé si es correcto, lo usé coloquialmente intentando expresar que de algún modo, solo es una opinión, puede condicionar la ortodoxia, a los que no la dominamos seguro, al espíritu poético, que a lo mejor tampoco ese término se adecua a algo concreto, pero que yo entiendo como el impulso primario e imperativo que lleva a expresar un sentimiento, qué te voy a explicar.
Te prometo que si lo que aquí se ha escrito es causa del más mínimo malestar, esto lo voy a decir coloquialmente también, me la enchufaré en el culo y no molestaré más, eso sí, seguiré llegándome a leer.
Un afectuosísimo saludo Francisco.
O sea, Enrique Gil, que tú eres Childe. Deduzco esto después de aplicar el buscador a la tarea de ver en qué réplica usé lo de quien la tiene más larga. ¡Bonita manera de averiguar identidades! Bien, asumo la responsabilidad de todos los malentendidos que yo haya podido generar, pero si te aseguro que tengo el más vivo interés en dejar claras algunas cuestiones:
1) Mantengo la más viva simpatía por Childe, del que he podido averiguar más cosas - la poesía canta por sí sola - que de Enrique Gil, hasta hoy para mí personas distintas.
2) Jamás he intentado trasladar reproche alguno de mi parte ni a Childe ni a Enrique Gil, entre otras cosas porque creo que no había motivo. Si el vivo discreteo de los duetos ha podido entenderse como reproche sin duda será por culpa mía.
3) Quizá no entendí el sentido del comentario primero con lo de la ortodoxia y lo antipoético, y, temeroso de que se interpretara el presente poema en el sentido que más temo, que es el de que la presunta rigidez de lo formal impida la ágil práctica de la poesía, dije lo que dije.
4) Que quizá sea rígido y severo, pero ¡pardiez!, claro como el agua. Con el comentario acerca de la chapucería, obviamente, no trataba de hacer ninguna alusión personal inmediata (ni a Enrique Gil, que no situaba, ni mucho menos a Childe, cuyo buen hacer me consta) sino genérica hacia los muchos, que si que los hay, que excusan sus defectos en la dificultad de la poesía formal.
Y nada más. Aquí tienes tu blog y mi aprecio. Sólo que, por favor, dejémonos de acertijos que por si mismos son fuente de malentendidos.
Un abrazo,
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