Asido aún a ese poder sangriento,
el gesto duro aún, aún pavoroso
el aparato de opresión montado;
así hasta tu final, atrincherado,
vuelto de espaldas al sepulcro abierto,
disputando a la tierra palmo a palmo
cada jirón de vida de tu cuerpo
así me imaginé cien veces verte.
No resignado ni contrito. Muerto,
PERO MAL MUERTO.
Así, insensible al morbo que te mina,
ciego a la ingente ruina de tu reino,
sordo a la algarabía de los buitres
que disputan tus restos,
llevando hasta el final el odio intacto
y la venganza al borde de tu féretro,
así me imaginé cien veces verte.
No resignado ni contrito. Muerto,
PERO MAL MUERTO.
Así, despedazado,
de Frankenstein engendro redivivo,
cibernéticamente controlado,
hibernado, inducido,
electrónicamente estimulado.
Así, entregado al trajinar simiesco
de treinta enloquecidos matasanos,
así, borracho de la sangre ajena,
así, contra los años,
así, contra Natura,
así, así, por fin
y por tu afán de mando desmedido,
contra el desesperado
anhelo de descanso de tus huesos,
así me imaginé cien veces verte.
No resignado ni contrito. Muerto,
PERO MAL MUERTO.
Así, al final, sin tiempo, apresurando
un gesto de perdón cara a la Historia
(un gesto improvisado de aparente perdón
para salvar la cara,
que no acierta a encubrir viejos enconos
y alerta alucinadas vigilancias
una vez más frente al Masón y al Rojo);
Así, sin declinar tu paranoia
de obseso "Centinela de Occidente",
así me imaginé cien veces verte.
No resignado ni contrito. Muerto,
PERO ENCARANDO MAL TU ÚNICA MUERTE.
Madrid, 20-11-75
miércoles, 4 de junio de 2008
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