Podéis llamarme iluso
o tacharme de simple,
pero modestamente,
quizá sin merecerlo,
yo estoy con los que aman
un poco más allá de sus narices.
Con los que aman hondo y por derecho,
llana y generalmente.
Estoy con los que, tercos,
contra toda corriente,
siguen intransigentes con todo lo mezquino.
Con aquellos que, dignos,
cenitalmente dignos,
practican la insolencia con el Becerro de Oro
y la evangélica virtud
de la modestia con los humildes.
Es casi un disparate,
pero estoy con los locos
cuya ira ilumina bellamente los montes
y llevan su entusiasmo hasta el horror de las comisarías
sin lograr para ellos sino amargura y muerte.
Para con todos estos
que hicieron con su sangre lo mejor de la Historia.
Para con los que, henchidos
de un amor superior
sembraron la semilla de la Esperanza Histórica:
Buda, Sócrates, Cristo,
Marx, Rosa Luxemburgo, Pablo Iglesias,
Gandhi, Allende, Jacobo Arbenz, Madero,
Martín Lutero King, Angela Davis ...
Para con los que dieron
ese soberbio ejemplo de dignísima ira,
ese estallido egregio de pura indignación magnificada:
Espartaco, Viriato, Juan Martín,
Pancho Villa, Zapata, Ernesto Che Guevara,
Trotsky, Lenin, Dolores Ibarruri
y Ho Chi Minh y Mao ...
Para con todos estos,
por millares héroes y mártires,
aquí donde me veis, modestamente,
no puedo menos de sentir con ellos.
viernes, 18 de abril de 2008
Los míos
Etiquetas:
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