(A la que luego me clavó el puñal) (i)
Te quedarás cubriendo las montañas
del color que tu nombre considera
y, más tarde, al triunfar la Primavera,
disuelta en llanto bajarás las brañas.
Inundarás de frío las entrañas
de los ríos que besan su ribera
y, dulcemente, como dulce fuera
el agua, ganarás playas extrañas.
Allí hallarás la sal y agua infinita,
la inquietud de mareas y de olas
y el raro canto de la impar sirena. ...
Y aquella libertad que no limita
ni la costa resuelta en caracolas
ni la nube que centellea y truena.
(i) Valga lo dicho en entradas anteriores a este respecto.
jueves, 17 de enero de 2008
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