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Empecemos con la dama.
Una dama es una flor
que una visita reclama.
Su velado gesto llama
al insecto adorador.
Ya en otro verso dijera
de la flor, en su altivez,
que en adornarse se esmera
y es hembra que, eterna, espera
quien la fecunde otra vez.
Sin embargo el caballero,
veleidoso y picaflor,
informal y jaranero,
errático y volandero
es bicho fecundador.
(Bea me perdone, que lo que sigue no va con ella, sino, si acaso, en forma enaltecida y sublimada)
Y por lo tanto es muy justo
ver la dama entre la flor,
y al caballero, robusto,
exhalar con gesto adusto
versos a su alrededor.
Empecemos con la dama.
Una dama es una flor
que una visita reclama.
Su velado gesto llama
al insecto adorador.
Ya en otro verso dijera
de la flor, en su altivez,
que en adornarse se esmera
y es hembra que, eterna, espera
quien la fecunde otra vez.
Sin embargo el caballero,
veleidoso y picaflor,
informal y jaranero,
errático y volandero
es bicho fecundador.
(Bea me perdone, que lo que sigue no va con ella, sino, si acaso, en forma enaltecida y sublimada)
Y por lo tanto es muy justo
ver la dama entre la flor,
y al caballero, robusto,
exhalar con gesto adusto
versos a su alrededor.
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