Para ti, Beatriz, con licencia de don Julián, e incluso sin ella, que es privilegio del poeta entrar en huerto cercado como en campo abierto a loar la Belleza do la hallare.
Todo el lujo de Mayo en la ladera,
todo el fulgor y encanto de Natura
desplegaba en tapices de verdura,
lujuriosa y vital, la Primavera.
Y esa orgía rabiosa de colores,
todo el olor del monte y su frescura
desmerecían junto a la hermosura
y el esplendor de Bea entre las flores.
Los pies lamían los botones de oro,
el talle amaban salvias y cantuesos
y a su pelo violetas se atrevían.
Luego a sus sienes, su mejor tesoro,
enamorada aventuraba un beso [i]
en su gloria final la peonía.
[i] Discúlpense las discordancias por el uso del singular en el número.
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