El endecasílabo “a minori”, de tipo B3[i] o dactílico[ii] se caracteriza por tener sus acentos de intensidad o principales en 4ª, 7ª y 10ª sílabas. De esta manera la estructura rítmica de estos tipos de endecasílabos obedece a alguno de los esquemas siguientes:
[ooo] óoo óoo óo …….. endecasílabo dactílico en su variante pura italiana.
óoo óoo óoo óo ………. endecasílabo de gaita gallega.
El primer caso presenta una anacrusis de tres sílabas seguida del periodo rítmico, que forman dos dáctilos, y el periodo de enlace, como es habitual, formado por un troqueo; en el segundo no existe anacrusis y el periodo rítmico, de nueve sílabas, se forma mediante la sucesión de tres dáctilos, a los que sigue el periodo de enlace trocaico.
La peculiar acentuación de estos tipos de endecasílabos, marcada muy especialmente por la acentuación de la 7ª sílaba – que se da únicamente en ellos, de entre todos los tipos consagrados de endecasílabos – ocasiona un ritmo muy fuertemente marcado y tan diferente del mucho más usual de los endecasílabos “a maiori”: enfáticos, heroicos o melódicos, y de los distintos tipos de sáficos que su mezcla con ellos en una composición polirrítmica resulta claramente disonante. La disonancia de los dactílicos con respecto a los demás es tan notoria que muchos han llegado a concluir que estos endecasílabos – los dactílicos – eran realmente defectuosos, y que el acento en 7ª debería ser evitado. Pero esto no es así en modo alguno; los endecasílabos dactílicos son versos correctos, pero, eso sí, su ritmo se acompasa mal con el de los demás.
Al darme cuenta de esto, mi intuición me llevó a concluir que su mejor forma de uso habría de ser en composiciones monorrítmicas, es decir, con todos sus versos de tipo dactílico, sin alternarlos en modo alguno con endecasílabos de los otros tipos, más usuales. Y así lo he venido aconsejando a los poetas que me visitan en mis espacios de consulta en el Portal Literario Mundo Poesía (http://www.mundopoesia.com/foros/taller-de-poemas-con-metrica-y-rima/).
Sin embargo para esta intuición mía he carecido por mucho tiempo de referentes en la práctica magistral de la poesía, y esto ha sido así hasta hace unos meses cuando al leer un número especial de la revista Nuestra Bandera - revista de debate político del PCE – dedicado al centenario de Miguel Hernández, que en su día publicó poemas en las páginas de esa misma Revista, me encontré, citados en un artículo de Andrés Sorel, con tres serventesios del enorme poeta español cuyos doce versos iban, para mi sorpresa, todos acentuados en 4ª, 7ª y 10ª sílabas. Me apresuré a buscar el poema en su integridad y lo encontré en “Miguel Hernández – obra poética completa” compilada con introducción y notas por Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia y publicada por Zero ZYX, 5ª edición de 1979, que obraba en mi poder desde hace años aunque no recordara yo ese poema concreto. El poema se titula “Eterna sombra” y figura en último lugar de entre los que la compilación citada denomina “Últimos poemas”. No quiere decir esto que fuera el último escrito por el poeta ya que desafortunadamente no consta la fecha ni el lugar en que lo escribió; es probable que lo escribiera en la cárcel entre 1.939 y 1.940, ya que en 1.941 apenas escribió y murió desamparado y tuberculoso en las cárceles de Franco en 1.942, como es sabido.
Los comentaristas de la compilación que digo dicen de Eterna sombra: “Señalemos, por último, como pieza singular, “Eterna sombra”. Escrito en endecasílabos anapésticos[iii], ritmo cantarín y popular, que un día figuró en cancioneros y danzas y luego lució en la ornamentación del modernismo, es puesto por Miguel Hernández al servicio de un tema grave. Encarcelado, el poeta se siente él mismo una cárcel en medio de “una gran soledad de rugidos”. Le hieren la oscuridad del rencor y la vida tenebrosa. En esa sombra, solo un fulgor de puños y resplandores de dientes, reprimidos, coartados. El poeta sufre el desconsuelo de haber tocado la luz como propia y verse precipitado en la tiniebla impuesta e injusta.”
El poema consta en su conjunto de nueve serventesios – 36 endecasílabos dactílicos en total – de los cuales el artículo de Sorel transcribe los tres últimos. El ritmo tan acusado de los dáctilos actúa como el repiqueteo de un martillo obsesivo sobre el yunque de la desolación del poeta. He aquí el poema completo:
Eterna sombra
YO QUE CREÍ que la luz era mía
precipitado en la sombra me veo.
Ascua solar, sideral alegría
ígnea de espuma, de luz, de deseo.
Sangre ligera, redonda, granada:
raudo anhelar sin perfil ni penumbra.
Fuera, la luz en la luz sepultada.
Siento que sólo la sombra me alumbra.
Sólo la sombra. Sin astro. Sin cielo.
Seres. Volúmenes. Cuerpos tangibles
dentro del aire que no tiene vuelo,
dentro del árbol de los imposibles.
Cárdenos ceños, pasiones de luto.
Dientes sedientos de ser colorados.
Oscuridad del rencor absoluto.
Cuerpos lo mismo que pozos cegados.
Falta el espacio. Se ha hundido la risa.
Ya no es posible lanzarse a la altura.
El corazón quiere ser más de prisa
fuerza que ensancha la estrecha negrura.
Carne sin norte que va en oleada
hacia la noche siniestra, baldía.
¿Quién es el rayo de sol que la invada?
Busco. No encuentro ni rastro del día.
Sólo el fulgor de los puños cerrados,
el resplandor de los dientes que acechan.
Dientes y puños de todos los lados.
Más que las manos, los montes se estrechan.
Turbia es la lucha sin sed de mañana.
¡Qué lejanía de opacos latidos!
Soy una cárcel con una ventana
ante una gran soledad de rugidos.
Soy una abierta ventana que escucha,
por donde ver tenebrosa la vida.
Pero hay un rayo de sol en la lucha
que siempre deja la sombra vencida.
Probablemente desde una cárcel en 1.939
Miguel Hernández.
Es impresionante, coincido con los comentaristas Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia, en este poema si no el último al menos uno de los últimos del poeta, encarcelado en condiciones infames, vencido en su defensa de una causa justa, aún saca fuerzas para llamar a la esperanza:
Pero hay un rayo de sol en la lucha
que siempre deja la sombra vencida.
Continuando con el propósito inicial de este artículo procedo a hacer el análisis métrico de los tres últimos serventesios, los citados en el artículo de Sorel en Nuestra Bandera.
Análisis métrico.- Como vengo haciendo en otros análisis numeraré los versos, destacaré en negritas las sílabas tónicas y en rojo las sílabas con acento de intensidad o tónicas principales, y encerraré entre paréntesis las sinalefas.
25 Só-(lo el)-ful-gor-de-los-pu-ños-ce-rra-dos, -> Endecasílabo dactílico de tipo B3 de gaita gallega.
26 el-res-plan-dor-de-los-dien-tes-(que a)-ce-chan. -> End. dactílico de tipo B3, variante italiana.
27 Dien-tes-y-pu-ños-de-to-dos-los-la-dos. -> End. B3 de gaita gallega.
28 Más-que-las-ma-nos,-los-mon-tes-(se es)-tre-chan. -> End. B3 de gaita gallega.
29 Tur-(bia es)-la-lu-cha-sin-sed-de-ma-ña-na. -> End. B3 de gaita gallega.
30 ¡Qué-le-ja-ní-a-(de o)-pa-cos-la-ti-dos! -> End. B3 de gaita gallega.
31 So-(y u)-na-cár-cel-con-u-na-ven-ta-na -> End. B3 de gaita gallega. La y de soy funciona como semiconsonante y se une a la vocal que sigue, pero no a la que antecede.
32 an-(te u)-na-gran-so-le-dad-de-ru-gi-dos. -> End. B3 de gaita gallega.
33 So-(y u)-(na a)-bier-ta-ven-ta-na-(que es)-cu-cha, -> End. B3 de gaita gallega. Igual comentario que para el 31.
34 por-don-de-ver-te-ne-bro-sa-la-vi-da. -> End. B3, variante italiana.
35 Pe-(ro ha)-(y un)-ra-yo-de-sol-en-la-lu-cha -> End. B3, variante italiana. La y de hay, como en el verso 31, se une a la vocal que sigue, pero no a la que antecede.
36 que-siem-pre-de-ja-la-som-bra-ven-ci-da.-> End. B3, variante italiana.
Treinta y seis endecasílabos con igual esquema rítmico: acentos en 4ª, 7ª y 10ª sílabas (las más veces también en 1ª). Todo un alarde estilístico, métrico y rítmico que proyecta el poeta del pueblo, el pastor poeta, desde el fondo de su desgracia, como un mensaje de esperanza hacia las generaciones venideras. Justo cuando yo nacía, y aunque consiguieron ocultármelo durante muchos años al fin lo conocí, lo aprecié, llegué a empaparme de él y a sabérmelo de memoria, y a quererle: hermano Miguel, camarada.
Madrid, viernes, 1 de abril de 2011.
Francisco Redondo.
[i] Según la terminología de Navarro Tomás.
[ii] Algunos otros tratadistas de métrica lo llaman endecasílabo anapéstico; la razón estriba en que puede contemplarse como una sucesión de anapestos – pie rítmico formado por tres sílabas, dos átonas seguidas de una tónica final - de la manera siguiente [o] ooó ooó oo óo, es decir, una anacrusis de una sílaba seguida del periodo rítmico constituido por dos anapestos más dos sílabas átonas y el troqueo, como periodo de enlace. Es posible. No obstante aquí, como en todos mis análisis métricos, sigo la doctrina de Tomás Navarro Tomás, tal como la transcribe Rudolph Baehr, según la cual “de todos los pies de verso mencionados solo se consideran como existentes de hecho el troqueo y el dáctilo, porque, según los resultados de la fonética experimental, la unidad rítmica debe iniciarse, como en el compás de la música, por un acento más o menos fuerte para que el oido español lo sienta como tal”. Según esto los pies de verso deben empezar en español por sílaba acentuada, y de ahí la organización rítmica del verso en dáctilos y troqueos, únicos pies que cumplen esa condición, y de ahí que el endecasílabo que tratamos hoy aquí prefiera llamarlo dactílico, de acuerdo con el análisis con que se inicia este artículo.