… Yo no digo mi canción
sino a quien conmigo va
Romance del conde Arnaldos
El rimar puede aprenderse;
la poesía se lleva.
Quizá no quiera entenderse:
esa Luz, para encenderse,
pide un alma que se atreva.
(Un corazón que renueva
su manera de mirar
el cielo por que se eleva
la emoción que le conlleva
al hilo del suspirar).
Será imposible evitar
ante esa Luz contenerse
y no ponerse a gritar
viendo al Poeta, al rimar,
en resplandor disolverse.
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