domingo, 5 de abril de 2015

A la señorita Olivia , Enfermera de Parques, de don Francisco, Médico de Flores, para cuando seas algo mayor.

- Mira, Olivia, en toda Flor
hay una Fruta escondida,
tras la Fruta hay un Verdor,
y luego otra Flor de Amor:
es el Ciclo de la Vida.

Camino de la Estación,
azul Verónica viera,
y Malva, suave emoción,
y hasta un Diente de León,
heraldos de Primavera.

Vimos que en todo Cuadrado
un Rectángulo se esconde,
y el Círculo descarado,
perfectamente curvado,
llegó sin saber de donde.

¡Chicas, callaros, que ahora
la Gran Serpiente dormida
os va a oír y ,sin demora,
en un pis pas nos devora,
que es hora de su comida!

¡Mas, que horror, si la Serpiente
quedó atrás, ahora un León
nos acecha ferozmente
desde la tapia de enfrente,
válganos Indiana Yons!

Mas aquí, Olivia, valiente,
echa mano de su tralla,
y con furia incontinente
mira a la fiera de frente
y su látigo restalla.

Y ¡oh Dios! a tanta osadía
la Bestia feroz se arredra,
decae en su gallardía,
encoge su cola impía
y se refugia en la piedra.

Y allá marcha la doncella
enarbolando la rama,
que es látigo para ella.
No hubo heroína tan bella
a orillas del Guadarrama.

Para el adiós la mozuela
en protocolo se crece:
solemne la damisela,
como si fuera su abuela,
su mano a besar me ofrece.

A lo que, con reverencia,
obedezco de buen grado:
tanta Gracia e Inocencia
nunca en mi larga Experiencia
con tal Ternura he besado.

Villalba, sábado, 28 de febrero de 2015
Francisco. Médico de flores




[i] La señorita Olivia es una niña preciosa de cuatro años, nieta de nuestra amiga Margarita, que me cautivó durante una excursión por las afueras de Villalba, en compañía de su abuela, su madre, Ágata, y mi propia esposa. La niña no me soltó ni un momento de su mano mientras le explicaba cosas de las flores y otras. Al despedirse me ofreció a besar  su mano ¿dónde lo habría visto la mico ésta? Y, claro, me dejó  traspuesto y embelesado.